Inventos Argentinos.
1810 Miguel Colombise Control de navegación para aeróstatos.

1813 Fray Luis Beltrán Herramientas metalúrgicas, arneses y batanes, para el ejército de los Andes.
La figura de Fray Luis Beltrán se destaca con relieves propios,
porque daba a su palabra la voz de los cañones, y fue el artesano
múltiple de la independencia de América. Su destino siguió la periferia
de los grandes hombres: fue humilde en sus comienzos, magnifico en el
apogeo de su genio, cuando era el Dios Vulcano de la Patria, pero
injusto y triste, cuando ya nadie precisó de él, para asegurar el éxito
de las batallas.
Hubo un tiempo en que se discutió la cuna de su nacimiento,
alegando que Beltrán era sanjuanino, pero probado está que El, nació en
la ciudad de Mendoza, el día 8 de setiembre de 1784, siendo sus padres
el francés Luis Beltrán y la dama sanjuanina Micaela Bustos.
Pasó sus primeros años en el viejo convento de San Francisco, de
la capital de cuyo, hasta que el visitador de esa Orden lo llevó al
Convento de Chile, para terminar sus estudios y ordenarse de sacerdote.
Aquel muchacho mendocino, era de constitución vigorosa, porte
marcial y simpático, y muy pronto llamó la atención de todos, por su
clara inteligencia y las predisposiciones que evidenció para las
matemáticas, la música, la mecánica y para toda clase de oficios, tales
como: relojero, carpintero, herrero, pirotécnico, dibujante, artillero,
cordonero, físico, químico, bordador y médico, todo lo que sabia lo
había aprendido por lecturas, observación y práctica. Tenía
extraordinarias condiciones para aprender, como puede verse.
El humilde Capellán, penetró un día en los talleres de la
Maestranza de O'Higgins y observando las formas rudimentarias con que
se trabajaba, reveló su genio, impartiendo consejos y haciendo
observaciones a los mismos ingenieros, que fueron los primeros en
reconocer su capacidad excepcional recomendándolo al general O'Higgins,
quien lo nombra Teniente y lo pone al frente de su Maestranza, pero
poco tiempo después, es derrotado el patriota chileno en la batalla de
Rancagua y se ve obligado a cruzar la cordillera con cerca de mil
prófugos, que hallaron seguro refugio en Mendoza, donde era por ese
entonces, Gobernador, el Gral. San Martín. Entre ellos venía también
Beltrán.
Vienen luego los aprestos del Ejército de Los Andes y cuando San
Martín instala su fábrica de armas, el mismo O'Higgins es quien le
recomienda que la dirija el fraile franciscano, Luis Beltrán, que
después de llegar a su ciudad nativa, como prófugo de Rancagua, vuelve
al convento de su infancia, vistiendo nuevamente los hábitos.
1891 Juan Vucetich Sistema Dactiloscópico para la identificación de las personas.


Criminalista, creador del Sistema Dactiloscópico Argentino
Juan Vucetich: Creó el más perfecto sistema de clasificación de los
dibujos digitales. Estos fueron descubiertos ya hace siglos y se sabía
también que no existen dos individuos que tengan dibujos similares en
las yemas de los dedos, pero nadie, hasta Vucetich, había logrado
implementar un sistema universalmente reconocido para la
individualización de personas.
Proviene de las ciencias médicas el conocimiento de las estrías
papilares (continuidad de prominencias) de las yemas de los dedos que,
al tocar cualquier otro cuerpo liso, quedan retratadas fielmente por
medio de la transpiración. Desde tiempos muy remotos se suceden
estudios, más allá de los biológicos, acerca de la posibilidad de que
estos dibujos puedan, o no, ser iguales a los de otras personas y sobre
la probabilidad de su herencia entre otros aspectos. Uno de los
investigadores dedicados a esta tarea fue el anatomista europeo Juan
Evangelista Purkinje, que profundizó en la descripción y clasificación
de los dibujos dactilares en 1823.
Luego, Henry Faulds actualizó la
investigación al comprobar que los dibujos dactilares permanecen sin
cambios durante toda la vida y mencionó la idea de su utilización para
catalogar a las personas. Así, en 1877, Williams James Herschel,
actuando como funcionario de la corona inglesa, empleó la impresión de
los dibujos estriados de los dedos de la mano para autenticar la firma
de documentos y propuso ese método para individualizar a los detenidos
en las cárceles, que él mismo llevó a la práctica, pero sin clasificar
nunca los dibujos obtenidos. Once años después, el inglés Francis
Galton proyectó una clasificación y división de los dibujos, pero dejó
sus estudios inconclusos, pues si bien anunció que las impresiones
digitales podían ser ordenadas al estilo de un diccionario, no
determinó el método que se emplearía para ello; sin embargo afirmó que
eran un medio seguro para identificar a las personas, puesto que los
dibujos eran inalterables y distintos en cada individuo.
En la década de 1890-1900, las publicaciones relacionadas a estos
temas ya estaban ligadas expresamente a la identificación de personas.
Juan Vucetich nació en 1858, en lo que hoy es Croacia y emigró
hacia la Argentina, a los 24 años. En 1888, ingresó en la Policía de la
Provincia de Buenos Aires.
Hasta entonces, la técnica utilizada para la individualización de
las personas era el método antropométrico, ideado por el francés
Bertillión. El "Bertillonage" (deficiente e inseguro), basado en las
medidas de ciertas partes del cuerpo humano y las particularidades
fisonómicas, era utilizado como instrumento de las investigaciones por
la policía de Francia desde 1882. La policía argentina consideró
necesario instalar una oficina que se ocupara de las funciones
relacionadas con la identificación de las personas. Entonces se
comisionó al doctor Augusto P. Drago para estudiar el método en el
gabinete establecido por el propio Bertillión y tras su informe la
Policía de la Ciudad de Buenos Aires creó una dependencia dedicada a la
identificación antropométrica.
Sin embargo, fue en el ámbito de la Policía de la Provincia de
Buenos Aires donde se produjo la gran revolución en lo referente a la
identificación de las personas, ya que al mismo tiempo que Drago
establecía la identificación antropométrica en Buenos Aires, Vucetich
se ocupaba de investigar las huellas digitales, por solicitud de sus
superiores, en La Plata.
El Capitán de Navío, Guillermo J. Núnez, Jefe de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires, le encargó a Vucetich la organización de una
Oficina de Identificación Antropométrica; le entregó una revista que
contenía un estudio sobre las impresiones digitales y le sugirió que
tal vez él podría instituir un sistema por medio de estos dibujos.
Aquella publicación era la Revieu Scientifique del 2 de mayo de
1891 y el artículo se refería a los trabajos que dejó truncos Francis
Galton. Sabiendo que el método empleado hasta la fecha era el
Bertillonage, Vucetich lo adoptó para instalar y organizar el Gabinete
Técnico Policial que se le encargara. Pero al aproximarse al tema de
las estrías papilares de los dedos, comenzó a dedicarse intensamente a
su estudio. Hasta entonces no conocía absolutamente nada sobre
impresiones digitales, pero aceptó la insinuación de su superior y se
dedicó a la tarea de obtener impresiones digitales nítidas para hacer
un análisis comparativo y buscar la manera de utilizarlas en el
servicio de Identificación.
El intenso estudio que efectuó, tomando como base lo ideado por
Francis Galton, lo llevó a corroborar las ideas de aquél, es decir que
los dibujos papilares podían ser clasificados por grupos. Al mismo
tiempo que dirigía la Oficina de Identificación Antropométrica,
Vucetich acumuló gran cantidad de impresiones digitales. Y es así como
a la par del Servicio Antropométrico, dio forma y organizó el servicio
de identificación por medio de las impresiones digitales, en 1891.
Además inventó los elementos necesarios para captar lo más
perfectamente posible los dibujos dactilares de los dedos de ambas
manos y puso en práctica todo cuanto fue necesario para sistematizar el
método.
El nuevo procedimiento de reconocimiento, que llamó
"Icnofalangometría" o "Método galtoneano", estaba compuesto por 101
tipos de huellas digitales que él mismo había clasificado sobre la base
de incompleta taxonomía de Galton.
El 1º de setiembre de ese año, el método de Vucetich comenzó a
aplicarse oficialmente para la individualización de las personas, con
el registro de las huellas dactilares de 23 procesados.
Pero para llegar a su logro máximo, Vucetich debió trabajar unos
años más. Después de intensas investigaciones llegó a establecer que en
las figuras dactilares sólo son cuatro las formas fundamentales que se
repiten insistentemente: había encontrado la clasificación fundamental
y así creado el Sistema Dactiloscópico Argentino. A cada uno de estas
cuatro conformaciones las llamó: A-1; I-2; E-3 y V-4 denominaciones que
se adoptarían luego a nivel universal.
Los aciertos en la investigación policial, mediante el sencillo y
eficiente método dactiloscópico de Vucetich, impulsaron al gobierno a
generalizar el procedimiento de filiación: a principios de siglo se
extendieron las primeras cédulas de identidad en nuestro país y el
método argentino -muy superior científicamente a los usados hasta
entonces- se difundió por todo el mundo como técnica identificatoria.
Cada vez que conseguía perfeccionar sus ideas y teorías, como
consecuencia de sus investigaciones, Vucetich producía la consiguiente
publicación, promoviendo así la continuidad de su obra. Sus trabajos
experimentales se tradujeron en el libro Instrucciones Generales para
el Sistema Antropométrico e Impresiones Digitales. Tres años después de
iniciarse en la ciencia de la Dactiloscopía apareció, en 1894, Idea de
la Identificación Antropométrica. Las impresiones digitales.
Cuando ya había conseguido reunir un importante cúmulo de material
y había logrado que se conocieran los fundamentos del nuevo sistema
identificador, sometió su descubrimiento a la crítica de los hombres de
ciencia de toda Latinoamérica, en el Segundo Congreso Científico
Latinoamericano, celebrado en Montevideo, en marzo de 1901. En las
resoluciones de ese congreso se determinó invitar a todas las naciones
del Continente Americano a adoptar las impresiones digitales como medio
individualizador insuperable.
Vucetich concurrió luego al Segundo Congreso Médico de Buenos
Aires, presentando allí su trabajo Dactiloscopía Comparada, que
contenía los fundamentos de esta disciplina y sus relaciones con las
ciencias biológicas y establecía comparaciones con los diversos
sistemas individualizadores ideados por sus antecesores. Esta obra, de
1904, se considera la principal de Vucetich: recibió premios y
menciones en todo el mundo y fue traducida a los principales idiomas,
incluso el japonés.
Al celebrarse el Tercer Congreso Científico Latinoamericano, en
agosto de 1905, Vucetich presentó su trabajo Evolución de la
Dactiloscopía, en el cual respondía a la siguiente cuestión: "¿Cuál es
el sistema preferible en materia de identificación de delincuentes
reincidentes: el antropométrico de Bertillión o el dactiloscópico de
Vucetich?" Las conclusiones aprobadas por el Congreso Científico fueron
sumamente importantes. Hicieron notar la eficiencia del sistema
dactiloscópico, al poner de manifiesto su economía, facilidad y rapidez
operatoria. Destacaron, además, la inefabilidad que representaba, al
estar comprobado que no existían dos personas con dibujos iguales en
las yemas de los dedos.
En 1911, cuando una ley nacional ordenó el enrolamiento general de
los ciudadanos, Vucetich fue nombrado Perito identificador y director
del Registro Nacional de Identificación, que con algunas variantes, es
hoy el Registro Nacional de las Personas.
Su labor, sin embargo, fue mucho más allá: realizó viajes de
estudio a la India y China intentando develar el origen remoto de la
identificación mediante las huellas digitales; asistió a congresos
científicos y publicó numerosas obras sobre su método, que resultaron
en la adopción universal de la dactiloscopía.
Vucetich murió en 1925. En el camino de sus logros tuvo que vencer
toda clase de dificultades, que le opusieron instituciones y costumbres
establecidas desde largo tiempo atrás. No obstante, supo lograr el
reconocimiento de la comunidad científica internacional, con un triunfo
de la investigación considerado entre los más importantes del siglo.
1914 Luis Agote Instrumentos para la transfusión sanguínea.
 Luis Agote : Nació en Buenos Aires el 22 de setiembre de 1868.
Ingresó a la Facultad de Medicina en 1887 e inició su carrera
hospitalaria como practicante honorario de vacuna (de carácter
obligatorio), y luego continuó como practicante rentado, practicante
menor y mayor en 1890 y 1892 respectivamente, en el hospital San Roque.
En 1893 terminó como practicante mayor en el hospital de Clínicas.
Simultáneamente fue designado en 1889 como director de Anatomía
Descriptiva de la Facultad. Graduado en el año 1893, presentó su tesis
de doctorado que versó sobre "Las Hepatitis Supuradas". Fue designado
como secretario del Departamento Nacional de Higiene, y en 1895 fue
nombrado director del Lazareto Martín García.
Investigador de raza, estudió el uso del suero "Behring" en el
tratamiento de la difteria. Culminó su carrera como profesor de Clínica
Médica en 1915.
Sus inquietudes políticas lo llevaron a ocupar el cargo de
legislador en la Cámara de Diputados en 1910 y 1916; a su iniciativa se
debe la ley Nº 8.206 que da lugar a la creación del Instituto Modelo de
Clínica Médica del hospital Rawson, que luego en su homenaje llevaría
su nombre. Presentó también en la Legislatura un proyecto de ley sobre
el Patronato de Menores; y se deben a su iniciativa las siguientes
leyes: de la Creación del Instituto de Clínica Médica en 1911; de la
Anexión del Colegio Nacional de Buenos Aires a la Universidad; de la
Fundación de la Universidad Nacional del Litoral; y de la Institución
del Patronato Nacional de menores abandonados y delincuentes en 1919.
Fue director del Instituto Modelo de Clínica Médica del hospital
Rawson, al que le imprimió un carácter dinámico donde sus colaboradores
se esforzaban para producir trabajos científicos de experimentación y
de clínica.
Un ejemplo, tal vez el más importante por lo que significó para
nuestra escuela médica y cuyos beneficios excedieron la frontera de
nuestro país para contribuir universalmente al beneficio de la
humanidad, es el Método Agote para la transfusión de sangre.
Retirado de su Cátedra en el año 1929, el 12 de noviembre de 1954 falleció en Buenos Aires el honorable ciudadano Luis Agote.



1916 Raúl Pateras de Pescara Primer helicóptero eficiente en la historia de la aviación mundial.
1917 Quirino Cristiani Tecnología para
producir dibujos animados, y filma el primer largometraje de dibujos
animados en la historia del cine mundial.
Quirino Cristiani, un hombre de Avellaneda, realizó el primer
largometraje de dibujos animados de la historia. Su obra fue El
apóstol, una sátira sobre Hipólito Yrigoyen, que se proyectó en las
mejores salas del país en la década del 20.
Cristiani filmaba en 35 mm y en blanco y negro. Usó la técnica del
dibujo y el recorte: para no repetir su personaje, le iba sumando
articulaciones. Todavía era cine mudo. Muchas de las ideas de Cristiani
se tomaron años más tarde para crear la primera Escuela Municipal de
Cine en Avellaneda.
Esta institución es la única en su tipo en Latinoamérica y comenzó
a funcionar en 1982. Dicta una carrera de tres años —gratuita— y a
pesar de que tiene 50 alumnos inscriptos, egresan generalmente unos 15.
1925 Vicente Almandos Almonacid Sistema de navegación nocturno para aviones, armamentos y guías para bombarderos.
Capitán Vicente Almandos Almonacid : Nace en San Miguel de Anguinán
(Chilecito) en 1883, fallece en Buenos Aires en 1953. Su nombre está
inscripto en el arco del triunfo de París, en homenaje a un aviador que
tuvo destacada actuación en la guerra aérea de la Primera Guerra
Mundial. Su amor a Francia, a la aviación y a la aventura, lo llevó al
país galo a aprender más de su pasión, de dramáticos momentos luchando
por una causa que creía justa. Por eso, Francia le dió esos galones
militares, sus máximas condecoraciones y lo reconoció como el hijo del
corazón. En Argentina, a partir de su regreso en 1919 inició una serie
de empresas aeronáuticas que llevaron a la aviación a los más lejanos
lugares. Emprendedor, arriesgado siempre, fue un original e inventivo
riojano que mostró inteligencia, dedicación y amor por su patria natal
y su patria de adopción. El aeropuerto nacional de La Rioja lleva su
nombre. Modesto homenaje a quién tanto hizo por su patria y por su
libertad.
1928 Ángel Di Césare y Alejandro Castelvi El colectivo.
1929 Francisco Avolio Primer amortiguador hidroneumático del mundo.
1930 Enrique Finochietto Instrumental
quirúrgico, aún en uso en todo el mundo, como el famoso “separador
intercostal a cremallera”.Enrique Finochietto: A comienzo de
año, terminó sus días en esta ciudad donde naciera, el Profesor Enrique
Finochietto. Su pérdida, constituyó un duelo público por la resonancia
del dolor en país entero; de sus exequias participaron todas las
instituciones médicas. Presididas por Academia Nacional de medicina, y
el Congreso le rindió el homenaje de la Nación.
Si no podría decirse que el insigne maestro fuera toda la cirugía,
es lo cierto que se mostró como uno de los cirujanos más
extraordinarios que se hayan conocido, sino el más hábil, a cuyo
ejemplo y por cuya influencia y orientación, pudo formarse la escuela
quirúrgica que más ha contribuído en el Continente al perfeccionamiento
de tal disciplina. Continuaba la serie de los grandes maestros dueños
de un dominio absoluto del arte, máxime que inventó múltiples
instrumentos v aparatos que habrían de facilitar para todos, las
intervenciones más inextricables o de existencia experimental.
Médico siempre, pues desde la niñez se le hizo sensible la
vocación hipocrática, sintió y muy pronto como un deber imperioso el
deseo de reducir el dolor cruento o moral de la fractura y de la
deformación, lo que explica su temprana dedicación a la traumatología y
ortopedia, actividades en las cuales fue un verdadero precursor de los
actuales procedimientos de tracción.
Hombre de acción, no podía satisfacerse con la posible solución
que traerán los días, pues ésta ha de ser inmediata, concreta y
terminante; por eso, tras la cirugía reparadora. Atenta sobre todo al
mecanismo físico, verá la cirugía fisiológica que luego del órgano
reconstituido o reemplazado, asegura la función renovada o sustituida;
quiere más, que un arte quirúrgico la terapéutica quirúrgica.
Si debía conocer y practicar todo lo que la cirugía alcanzara en
su hora como actividad individual, advirtió la necesidad de crear el
Servicio como organización de conjunto, para transformar las salas
hospitalarias en clínicas quirúrgicas con todos los elementos
coadyuvantes y donde, desde el local en su ordenación arquitectónica, a
los métodos de observación y procedimientos operatorios todo lo que de
algún modo contribuye al acto quirúrgico está regulado, orientado y
presidido por un criterio matemático donde la inteligencia y la
voluntad no son más que elementos de síntesis y ejecución.
Hijo de un siglo eminentemente técnico, sabe que toda operación
requiere un método preciso, con procedimientos e instrumentos
adecuados, excluyentes de toda dificultad, pero absolutamente
necesitados de un conocimiento perfecto. La técnica es una ciencia;
puede presentar dificultades para conocerla y dominarla, pero,
dominada, su ejecución carece de inconvenientes, aunque exija ciertas
cualidades; precisa y terminante, es técnica, científica, por lo tanto
matemática: a hechos análogos, procedimientos y resultados análogos,
salvo las diferencias referidas a contingencias de orden orgánico y
fisiopatológico, no siempre imprevisibles gracias al criterio clínico o
por los elementos de comprobación diagnóstica. Por eso construyó el
quirófano modelo, de trabajo y demostración didáctica; la mesa
eléctrica de operaciones, que da el máximo de posiciones para las
diversas cirugías y permite multitud de intervenciones con todos sus
tiempos sin remoción de pacientes; la mesa ortopédica que debía dar
modelo para todo lo que se hiciera luego; y docenas de instrumentos o
aparatos incomparables, como el separador de cremallera, cuyo modelo
minúsculo corrió en el Congreso Americano de Cirugía torácica de 1947;
aparatos o instrumentos cuya practicidad los ha difundido como
elementos insustituibles de trabajo y, muchos, incorporados como de
autor anónimo al instrumental del país y de famosos centros quirúrgicos
extranjeros. Así se explica que, en el catálogo de una célebre fábrica
de instrumentos de Stokolmo, una magnífica ilustración muestra operando
un cirujano provisto de la luz frontal de Enrique Finochietto. Era el
inventor del genio, no sólo por la calidad de sus creaciones sino
también por el número, de ellas, y con relación al pequeño número de
inventos que existen y considerando todo lo que se conoce; facultad de
invención que fomentará y desarrollará entre los demás con admirable
resultado. Por eso pudo fundar una escuela de técnica quirúrgica, cuya
expresión es esta obra, que iniciara con todo el entusiasmo de su gran
espíritu.
Sabía que era una empresa única por la absoluta autenticidad del
material, por la responsabilidad de las indicaciones, por la precisión
y claridad de todos los detalles, por la originalidad y cantidad de las
ilustraciones, obra donde va toda la cirugía probada, aun la más
reciente. Quería para el libro esa sobria unidad de fondo y forma que
mantuvo en todo lo que escribió, como lo acredita "El resentimiento" de
Eduardo Wilde, páginas de admirable intención psicológica con las que
rehabilitó para siempre -antes que nadie y como ninguno- la memoria del
ilustre creador de la frenicotomía.
Su íntimo afán era ver el término de Técnica Quirúrgica - lo que
no fue posible, pero estaba seguro de que faltando él, su hermano, el
Profesor Ricardo Finochietto, haría el trabajo de ambos. Para eso le
deja su biblioteca -acaso una de las mejores en el género. Bien sabía
que contaba con su alter ego, único e insustituible, ese organizador de
las Sesiones quirúrgicas para Graduados, donde alcanza toda su
realización práctica la Escuela Finochietto y en donde se le veía,
precediendo una institución que se honra ya con gran número de jóvenes
maestros y con centenares de distinguidos cirujanos que prueban a lo
largo del Continente la eficacia de una enseñanza famosa.
Podría decirse que si tuvo verdadera admiración por los grandes
maestros de la época, a los que visitara en sus viajes y de quienes
recibiera las más altas consideraciones, se hizo al margen de toda
escuela, para iniciar la propia, gracias no sólo a su ingénita
virtualidad quirúrgica sino a un robusto talento cuyo singular poder de
análisis y creación, le permitió realizar, además de lo suyo, con
sentido eclético muy nuestro, cuanto hizo, concibió o imaginó la mejor
cirugía contemporánea. Lo había visto todo, con penetración singular,
interesándose por las más diversas manifestaciones del espíritu,
artista como era, aunque hubiera puesto sus más esenciales condiciones
al servicio de la dedicación máxima.
Durante la primera guerra mundial, fué el Jefe de Cirugía del
Hospital Argentino en París, y aunque pudo disponer de las más altas
distinciones médicas, argentinas y del extranjero, sólo usó de un
título sobremanera caro a su corazón, el único que rubrica el nombre de
los autores de Técnica Quirúrgica: Cirujanos del Hospital Rawson.
Practicaba la moral del bien con ferviente deber cristiano. Y con
perfecta sencillez, tanto sería difícil hallar, no sólo quien sirviera
más al prójimo, sino quien diera más del peculio propio para beneficio
de lo que aprovechaba a todos. Hasta en su última hora no dejó de ser,
y como siempre, el hombre dignísimo que todos conocieron,
personificación de la prudencia, de gesto sobrio, minucioso y estricto,
con indicación precisa y observación sagaz, cuya fina inteligencia
velaba en vigilia constante. Dijérase un antiguo estoico: la mirada
inmóvil, vuelta hacia el espíritu, tocábase de una tristeza infinita,
aunque una suave sonrisa parecía querer consolar de toda preocupación.
Dió ejemplo de maestro hasta en el morir: lo hizo con total serenidad,
soportando bajo cierta placidez los más crueles dolores. Se fué en
plena madurez, en plena labor, sin conocer eclipses ni senectudes:
cuando entornó sus párpados, aún no se habían enfriado las herramientas
que empuñara hasta la víspera, silencioso obrero del deber cuyo único
descanso estuvo en la satisfacción de la jornada bien cumplida.
La obra que inició, será continuada por sus discípulos; pero, en
perenne homenaje, su nombre seguirá presidiendo Técnica Quirúrgica.
1932 Antonio Saralegui Desarrolla los conceptos teóricos y la tecnología de la “fotoescultura”.
1944 Ladislao José Biro El bolígrafo.
Ladislao Biro es sin lugar a dudas el inventor argentino más
importante de nuestra historia, el paradigma del "inventor profesional"
comprometido con su rol social a favor del progreso de la humanidad.
Ladislao Biro fue un explorador de lo desconocido, con la
curiosidad insaciable de un niño, la visión de un artista, el juicio
crítico de un buen juez, y la voluntad de un guerrero
Entre sus múltiples y variados inventos sobresale, sin lugar a
duda, la tradicional "birome". Un producto totalmente palpable, de uso
diario y masivo a nivel mundial. También por el hecho de haber sido su
patentamiento y lanzamiento comercial desde la Argentina, como prueba
que en este país se pueden realizar emprendimientos innovativos.
Otra razón muy importante es el carácter y las diferentes virtudes
que muestra este hombre, características fundamentales para este tipo
de logros tales como la humildad, la constancia y la idea de que las
cosas deben compartirse.
"El no aceptaba los problemas como una fatalidad. Decía 'si hay un
problema, debe haber una solución', y la buscaba desde un punto cero",
esta frase mencionada por su hija, Mariana, describe la personalidad de
quien en vida fue su padre.
Es de resaltar también que en muchos de sus inventos ni siquiera
era especialista, simplemente miraba las posibilidades desde un marco
más amplio y guiado muchas veces por el sentido común.
En ultima instancia es de destacar lo polifacético que ha resultado
este inventor, ya que en total ha logrado 32 invenciones, en los más
variados rubros, quizás como reflejo de las múltiples actividades que
realizó en vida, tales como periodista, hipnotizador, corredor de
autos, agente de bolsa, escultor etc.
Es por ello, que el día de su nacimiento, el 29 de Septiembre, se
festeja en la Argentina, el "Día del Inventor", en homenaje a su
talento y a su amor por su país de adopción.
La existencia de una fundación que lleva su nombre, dedicada a la
invención y de una escuela dirigida por su hija Mariana de educación
primaria y secundaria con énfasis en la capacidad de inventiva del ser
humano, terminó por decidirnos por este emblemático y carismático
personaje.
El 29 de septiembre de 1899, en el seno de una familia de clase
media conformada por su padre Matías su madre y su hermano Jorge, nace
Ladislao José Biro (o Biró, según la grafía húngara, aunque no se
pronuncia acentuado).
El médico que lo trajo al mundo en Budapest, Hungría, dijo a su
madre (cuyo nombre era Juana Ullmann) que sus posibilidades de vida no
eran muchas dado su escasísimo peso de poco más de 1 kilogramo.
Sin embargo, ella se dispuso a darle batalla a la adversidad: puso
a su hijo bajo una lámpara pensando que el calor podría completar
artificialmente su desarrollo. No sólo resultó eficaz, sino que
anticipó la aparición de la incubadora.
En forma simultánea, por esos misteriosos vínculos entre madre e
hijo, la mujer imprimió al suyo la tendencia a "buscar y hallar algo",
que es la definición etimológica del verbo inventar.
Su niñes la vivió junto a su hermano Jorge, quien era dos años
mayor que él, hasta que a mediados de 1914, con tan solo 16 años de
edad, participa como soldado en la primera guerra mundial.
Su formación fue en la escuela primaria y después el gimnasio, que
es como aquí la escuela secundaria, con una orientación hacia las
ciencias biológicas, la filosofía y el latín; esto era común en Europa.
Una vez concluido el gimnasio realizó el primer año en la carrera de
medicina, pero luego abandonó debido a un accidente. Ese accidente
provocó que Ladislao fuese el primero que empezó, en Hungría, a
ocuparse de todo lo relacionado con el hipnotismo. Trabajó con
hipnotismo en una clínica de Budapest, y dicto varias conferencias
dedicadas a los médicos. A partir de entonces fue muy solicitado por
los médicos para que colaborara con las técnicas de hipnotismo, para
lograr efectos analgésicos. En esa época ganaba tanto dinero con el
hipnotismo, que francamente perdió todo interés por seguir estudiando
anatomía humana, y decidió abandonar sus estudios. Sus ingresos eran
tan considerables que hasta tenía un coche con caballos para dirigirse
a todas partes.
Ese fue el fin de sus estudios formales, y desde ese momento
comenzó a ocuparme de diferentes cosas, como la grafología y el
hipnotismo en la medicina. Fue despachante de aduana, vendedor y
corredor de automóviles, agente de bolsa e inventor. Por ese entonces,
el 2 de Noviembre de 1930, contrajo matrimonio con Elsa Isabel Schick.
Ese mismo año inventó una máquina para lavar ropa, que pudo ser
fabricada en serie, y por la cuál recibió las regalías
correspondientes. Pero su primer invento fue una lapicera a fuente, que
debía llenarse con agua, y que cubría a una composición sólida de
anilinas, que se van disolviendo parcialmente a medida que corre el
agua. Este invento lo había realizado algunos años antes (en 1928)
inspirado en los trabajos que había realizado su padre, sin mayor
éxito, con un instrumento para escribir a mitad de camino entre las
lapiceras convencionales y lo que, con el correr de los años, llegaría
a ser el bolígrafo.
El 16 de Abril de 1932 nace su única hija, a quien llamarían Mariana.
A los 33 años ya había inventado la caja automática para
automóviles, totalmente mecánica. Este invento lo pudo realizar gracias
a un amigo gitano que era un excelente mecánico, y juntos llevaron a la
práctica lo que Biro había concebido sobre un papel.
La patente de la caja automática pudo venderla a los representantes
de la General Motors en Berlín: En esta transacción cometió algunos
errores debido a su falta de experiencia en el tema. Tuvo que viajar a
Berlín en una motocicleta donde estaba montada la caja automática,
gracias a una invitación de las autoridades de la General Motors para
realizar una demostración. Finalmente compraron los derechos con el
siguiente detalle: recibiría un adelanto de U$S 500 y una mensualidad
de U$S 500 durante cinco años y después una participación en la
producción. Pero cuando firmaron en convenio en Berlín, le dijeron que
no tenían la intención de fabricar la caja automática mecánica porque
ellos ya trabajaban con una caja hidráulica desde hacía ya muchos años,
y pensaban continuar con ella. Simplemente habían comprado su invento
para que no lo comprara la competencia.
En el año 1938; ya había patentatentado un modelo rudimentario del
bolígrafo en su país, en Francia y Suiza. Ese mismo año, ya se
encontraba trabajando como reportero de un periódico húngaro, en
Yugoslavia; en determinado momento escribió una nota sobre un
escritorio de la entrada del hotel dónde estaba hospedado, con un
primitivo modelo de bolígrafo que a veces funcionaba y otras veces no.
La nota era un borrador que debía enviar a Hungría y a su lado se
encontraba un hombre bajito con anteojos y acompañado por una chica muy
linda. Luego de enviar el telegrama, cuando subió para ir a su
habitación, lo llamó el conserje del hotel y le dijo: "ese señor que
estaba a su lado es un ingeniero y lo ha visto a usted que escribe con
un instrumento que el no conoce ¿Usted, tendría inconveniente en
recibirlo para mantener una conversación?" . Ladislao le respondió que
no tenía ningún inconveniente y convino una entrevista.
Entonces ese señor le preguntó quién era y a que se dedicaba; a lo
que él le respondió que era un periodista húngaro, que estaba
trabajando eventualmente en Yugoslavia y que además era inventor. Luego
le preguntó: "¿Por qué no viene a trabajar a la Argentina?" .
Entonces, el misterioso hombre, le comento que había estado
observando detenidamente el instrumento, para el desconocido, con el
que escribió la nota y que pensaba que en Argentina no iba a tener
ningún tipo de problemas si se decidía a viajar a aquel país, para
trabajar en la producción de ese tipo de bolígrafo. Entonces el joven
inventor le respondió que en el centro de Europa, no le otorgaban la
visa para la residencia en la Argentina. Ante este planteo, el
ingeniero, le entregó una tarjeta personal firmada, y le aseguro que
con esta no iba a tener problemas para recibir la visa en el consulado
de Argentina en Yugoslavia o en Francia. Al observar la tarjeta,
Ladislao Biro, pudo leer en la misma la siguiente inscripción: "Agustín
P. Justo, presidente". Por lo que guardó bien esa tarjeta por si algún
día podría llegar a necesitarla.
Luego de su estadía en Yugoslavia, se dirigió a Francia; debido a
que un amigo le había brindado los datos de un financista también
húngaro que residía en París, y que se dedicaba a los negocios de
importación y exportación. Luego de un azaroso viaje en tren, llego a
París y se traslado de inmediato a la dirección que debía buscar. Así
fue como conoció a Juan Jorge Meyne, con quién desarrollaría una
profunda amistad, y con quién se asociaría para la producción del
bolígrafo.
En París trabajó como periodista y pintor, pero posteriormente,
gracias a algunos contactos importantes con el gobierno francés, el
cuál ya sabía que era inventor, comenzó a trabajar en los laboratorios
del servicio secreto de las fuerzas armadas. En ese laboratorio se
dedico al desarrollo de productos químicos, por lo que pudo realizar
grandes progresos, pese a lo accidentado y peligroso de los
experimentos. Trabajó durante mucho tiempo en un producto incendiario
que posteriormente desarrollarían los americanos. Desafortunadamente,
debido a la caída de Francia tuvo que abandonar las investigaciones.
Cuando los alemanes invadieron Francia, en ningún momento dudó en
venir a la Argentina, y buscó la tarjeta del presidente Justo. Del país
solo sabía que había pampa, que estaba muy lejos, que se bailaba tango,
y que había gauchos……..
Viajó; junto a Meyne, su esposa y su hija Mariana; en un barco
español llamado Sevilla y luego de 21 días de viaje, llega a Buenos
Aires, a mediados del mes de mayo de 1940.
Al poco tiempo, Ladislao, adoptó la ciudadanía argentina y formó la
Compañía Biro-Meyne-Biro junto con su hermano y Juan Jorge Meyne.
A partir de 1941 comienza a realizar numerosos experimentos para
perfeccionar el bolígrafo, ya que el mismo no tuvo gran éxito al
principio por tener imperfecciones en la tinta y por estar mal
fabricado.
En 1942 logra conseguir apoyo financiero de Luis Lang y Herry
Martin, pero a fines de 1943 sucedería un hecho que pondría a prueba la
fuerza de voluntad no solo de Biro sino también de todas las personas
que trabajaban en la empresa; Dejemos que el propio Ladislao nos cuente
esta historia:
"Treinta y una personas formaban parte de la empresa. Las llamé y
les dije: "los financistas no dan más dinero, tengo que cerrar". Yo sé
muy bien que ustedes viven de su sueldo, tienen obligaciones y familia
y, en consecuencia no pueden trabajar solo por mis promesas de que,
eventualmente tendremos éxito en el mercado en unos 4 o 5 meses, recién
entonces voy a poder pagarles retroactivamente. Pero seguro no es.
Quien en esas condiciones pueda seguir trabajando conmigo, anote su
nombre en el papel, y quién no pueda, por razones comprensibles, no lo
haga; de todas maneras quedaremos como buenos amigos. Luego de esa
conversación salí de la sala de reuniones y a los pocos minutos me
llamaron de la misma sala y me dijeron: Biro vuelva, todos vamos a
seguir trabajando. Finalmente las 31 personas continuaron trabajando
durante las cuatro semanas con total inseguridad, pero afortunadamente
pude perfeccionar el sistema de producción del bolígrafo y así salimos
al mercado con un gran éxito.
Ha sido una suerte para mí haberle podido pagado a esos empleados.
Perfeccionar el bolígrafo me llevó seis años de intenso trabajo,
producto que ahora parece algo fácil, pero hacer la idea de un producto
comercializable requirió muchos esfuerzos. Hoy se lo fabrica a un costo
de unidad inferior a lo que cuesta un boleto de colectivo. Para lograr
lo que hoy puede conseguirse en cualquier quiosco, debí construir
máquinas especiales para poder engarzar a las bolillas de acero, en un
dispositivo especial sin freno, la tinta también resultó un gran
problema. Mi hermano, que era químico, trabajó mucho en la búsqueda de
una solución, al igual que muchos otros profesionales, pero como no se
hacían grandes progresos, debí encarar personalmente el problema hasta
que pude solucionarlo."
En 1944, Biro vendió la patente norteamericana a Eversharp-Faber
por dos millones de dólares, y, en Europa, a Marcel Bich (fabricante de
los bolígrafos Bic).
A partir de 1946 preside varias sociedades y compañías, y además
logra hacer viajar a numerosas familias desde Ungiría para que se
radiquen en nuestro país.
En 1981 comienza a trabajar en lo que sería su último invento, el
cual lamentablemente no pudo concluir, el enriquecimiento del uranio.
Sobre este tema Biro tenía una visión muy particular; "Yo leí un
artículo en el cuál se hablaba de cómo enriquecer el uranio en los EEUU
y en Rusia, mediante supercentrífugas, con un rotor que está suspendido
en un campo magnético y que giran a gran velocidad para provocar la
separación isotópica en el gas "Hezafloruro de uranio". En estos países
se dedican grandes esfuerzos para mejorar el sistema y hacerlo más
económico. Cuándo leí este artículo, y es característico en todos mis
inventos, yo pense "por qué hacen todo tan complicado, no comprendo
para que usan centrífugas el gas ¿no puede girar sin centrífugas? Si
hacemos girar el gas, en vez de los recipientes, la fuerza de la
centrífuga es la misma, para el gas resulta indiferente si gira en una
centrífuga o no, en cualquier lugar se gira. Así empecé a trabajar en
esto y ya tenemos resultados muy adelantados. Trabajo aquí en el
laboratorio de mi casa, con dos técnicos de la Comisión Nacional de
Energía Atómica, y somos muy optimistas en cuanto al desarrollo futuro.
Así es como nace un invento, leí un artículo y pensé ¿a esto, no se lo
podría simplificar?. Sí, se lo `puede simplificar. Naturalmente cuando
empecé, yo no conocía las reglas de la dinámica de los fluidos,
entonces libremente empecé a pensar con simple lógica".
A los 86 años, José Ladislao Biro falleció el 24 de octubre de l985 en el Hospital Alemán de Buenos Aires.
La prensa nacional e internacional, recordó debidamente la labor de
este brillante inventor, quién fuera ampliamente elogiado por las
oficinas de Patentes de los EEUU y de varios países europeo. Biro había
recibido también el reconocimiento de varias empresas estadounidenses
por haber superado ampliamente con sus investigaciones la labor de gran
número de sus científicos en temas relacionados con la química de
resinas fenólicas, la micromecánica y la separación de isótopos.
Pese a ese reconocimiento y a reiteradas invitaciones para
radicarse en los EEUU Ladislao José Biro permaneció fiel a su patria
adoptiva.
Hasta el momento en que enfermó, seguía investigando con gran
tesón, todo lo relacionado con su último invento, lamentablemente
inconcluso "Una nueva tecnología para el enriquecimiento del uranio".
En sus últimos años, en el barrio de Belgrano, acostumbraba a
aconsejar a los jóvenes que circunstancialmente hablaban con él: no
dejen pasar la vida a su lado, sean conscientes del mayor placer que
existe; la vida misma.
1953 José Fandi Secador de pisos de una sola pieza.
José Reimundo Fandi: Inventor profesional, nació el 25 de Diciembre
del 1926 en Cruz Alta, San Miguel Del Tucumán, con amplia y destacada
trayectoria como inventor, diseñador naval, proyectista industrial y
asesor de empresas. Es además Vicepresidente y miembro fundador de la
Asociación Argentina de Inventores. Posee más de cien patentes
concedidas, lo que lo convierte en el inventor más prolífico de la
Argentina.
Posee la experiencia de haber comercializado con éxito varios
productos en el mercado, como el ampliamente difundido y reconocido
“secador de pisos de una sola pieza”. Entre algunos de sus inventos más
destacados pueden mencionarse: herramientas, sistemas constructivos,
casas flotantes, envases, y diseños navales. Es reconocido por todos
sus colegas como un verdadero “maestro inventor”, con un gran talento
como dibujante, pintor, matricero, y racionalizador de productos y
procesos industriales.
1956 Agustín Rela Sistema de refrigeración en base a materiales piezo-eléctricos, sin químicos y sin piezas móviles.
1968 Jorge Weber Tapa de rosca degollable.
1969 Domingo Liota Primer Transplante de corazón artificial.
1970 Eduardo Taurozzi Motor pendular de combustión interna.
Eduardo Taurozzi: Inventor profesional, nacido en Buenos Aires, con
amplia y reconocida trayectoria como inventor y diseñador de motores de
combustión interna. Es además miembro fundador de la Asociación
Argentina de Inventores. Posee numerosas patentes de invención en la
Argentina y en los principales países del mundo, y varios productos
comercializados con éxito en el mercado.
Entre sus principales inventos se destacan: motor pendular, sin
lubricación y con menos contaminación, sistemas motrices, compresores
de aire, sistemas de frenos, herramientas, y sistemas de seguridad.
Obtuvo los mayores premios tanto a nivel nacional como internacional en
mérito a la excelencia de sus productos.
1977 - Fue elegido por la Cámara Junior de Buenos Aires, como el
joven sobresaliente del año, por su precoz y exitosa carrera como
inventor, en el área de los motores de combustión interna.
1990 - Medalla de oro en la Exposición Nacional de Inventos, Buenos
Aires, Argentina, por sus múltiples logros en el área de la mecánica
automotriz.
1993 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Pittsburg, USA, por su revolucionario motor pendular.
1970 Juan Bertagni Plano sonoro.
1971 René Favaloro By Pass.
1979 Francisco De Pedro Soporte fijo para marcapasos.
1983 Mario Dávila Semáforo para ciegos.
1989 Carlos Arcusín Jeringa autodescartable, y el capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas.
Carlos Arcusín: Inventor profesional, nacido el 11 de Julio del
1954 en Buenos Aries, con amplia y destacada trayectoria como inventor
y empresario. Es además miembro fundador de la Asociación Argentina de
Inventores. Posee numerosas patentes de invención tanto en la Argentina
como en los principales países del mundo, y más de cincuenta productos
en el mercado.
Obtuvo los mayores premios nacionales e internacionales en mérito a
la excelencia de sus inventos y su éxito en el mercado. Entre los
premios más importantes que ha recibido se destacan:
1992 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, por su “jeringa autodescartable”.
1992 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de
Ginebra, Suiza, por su “capuchón de seguridad para agujas
hipodérmicas”.
1992 - Medalla de oro de la OMPI, al mejor inventor de la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza.
1992 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de
Tokio, Japón, por su “capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas” .
1993 - Diploma de Honor de la Academia Nacional de Medicina, Argentina.
1998 - Medalla de oro en el Premio Nacional a la Invención :
“Ladislao José Biro”, por su “máquina para preparar hamburguesas sin
humo y sin olor”.
1999 – Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de
Ginebra, Suiza, por su “máquina para preparar hamburguesas sin humo y
sin olor”.
1994 Claudio Blotta Camilla automática para emergencias.
Claudio Blotta: Inventor profesional, nacido en Rosario, Provincia
de Santa Fe, con amplia y destacada trayectoria como inventor y
empresario. Es además el coordinador general de la Delegación Rosario
de la Asociación Argentina de Inventores. Posee numerosas patentes de
invención tanto en la Argentina como en los principales países del
mundo, y más de diez productos comercializados con mucho éxito en el
mercado.
Entre sus principales inventos se destacan: mejoras para motores
fuera de borda, máquina cortadora de discos farináceos, productos
gastronómicos, instrumentos de precisión, aparatos de gimnasia,
compactadoras de residuos , equipos para la construcción, camilla
automática para emergencias, y equipamiento hospitalario. Obtuvo los
mayores premios nacionales e internacionales en mérito a la excelencia
de sus productos. • 1997 - Medalla de oro en la Exposición
Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, por su revolucionaria
camilla automática para emergencias.
1999 Celia Mohadeb Menbrana de colágeno para cicatrizar.
Celia Mohabed pasará a la historia consignada en la lista de
inventores argentinos por haber desarrollado una membrana de colágeno
que sustituye temporariamente la piel y acelera el tratamiento en
quemaduras y lesiones cutáneas. Aunque la palabra invento parezca
sacada de otra época y a ella no le agrade demasiado, así lo consigna
un premio nacional y otro internacional, entregado por la Organización
Mundial dc Propiedad Intelectual (OMPI). "Un invento pareciera indicar
que se te prendió la lamparita y al otro día salió el producto, y no es
así esto exigió mucho trabajo" dice, y lo demuestran los años de
estudio que dedicó a lograr este desarrollo tecnológico y otros tantos
años en los que lucho para alcanzar su patentamiento: nada mas lejos de
la mítica imagen del científico loco que realiza descubrimientos con la
celeridad con que una gallina pone un huevo. La bioquímica considera el
trabajo científico más cercano a la obsesión del artista que a la
inspiración del poeta (también bastante renombrada, por cierto), mas
aún en el caso de las mujeres que, como dice "siempre tenemos trabas y
tenemos que trabajar mas y mejor que el hombre para que se nos tenga en
cuenta ".
Yo siempre repito esta frase: una córnea se puede sacar de una
persona y ponérsela a otra:. Un hígado y un corazón también. Pero la
piel es la de uno o es la de uno, dice Celia con una voz áspera y
gruesa que perece modulada por años dc cigarrillos, y unos ojos verde
esmeralda que hacen honor a su apellido, de origen árabe. Su obsesión,
justamente; fue crear esa piel que pudiera ocupar el lugar de la que se
daña por quemaduras por úlceras o escaras. Y como su mayor herencia no
fue la que muestran sus ojos sino la del duro sacrificio, se lanzo a la
carrera: "Yo nací en una época en que había que superarse, superarse,
superarse -cuenta-. Mis padres no habían podido estudiar ,así que yo
salía de la Cultural Inglesa e iba a la Francesa, porque había que
saber dos idiomas mas aparte del castellano y el árabe....".Y durante
toda su vida mantuvo ese ritmo.
Su "invento" comenzo hace 30 años, cuando trabajo por primera vez
con el colágeno como empleada de un laboratorio. "A mi me gusto mucho
la conducta de esta proteína, que es muy diferente a todas las otras y
seguí trabajando en los ratos que podía", comenta. Hace 10 años logró
darle forma final a Membracel y recién en el 97 consiguió el
patentamiento, después de un tortuoso camino por probar que no había
nada en el mundo con las mismas características.
Esta membrana esta compuesta básicamente por un gel de colágeno,
que se extrae de piel bovina, y funciona como un parche que se coloca
donde falta piel, mientras esta crece nuevamente. Su mayor logro es
que; a diferencia de cualquier gasa o apósito, no tiene que cambiarse
durante el proceso de curación –lo cual evita dolores "porque a una
gasa que se pega en un quemado cuesta cambiarla significa dolor y a
veces hasta hay que ir a el quirófano"- y acelera hasta un 50 por
ciento el tiempo de cicatrización de una herida.
Por su creación, en 1998, recibió la medalla de oro y el Primer
premio Nacional a la Invención "Ladislao José biro", otorgado por el
Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI). Y en 1999, el OMPI
le dio la medalla de oro como reconocimiento a la mejor invención
presentada en la categoría química biotecnológica y alimentación. Pero
igual o más satisfacción sintió al recibir el "reconocimiento a una
actitud de vida" que da una fundación porteña formada exclusivamente
por mujeres inspirada en la trayectoria de Alicia Morcau de Justo,
porque, dice: "todos sabemos las diferencias que hay, sobre todo en los
trabajos... la mujer tiene que ser mejor que el hombre para ser igual.
Eso nos paso a todas, a las mujeres nos cuesta mucho mas"
CIENTÍFICA
Celia Mohadeb es bioquímica, pero nunca hizo análisis clínicos. Es
Farmacéutica, pero jamás se dedicó a la venta de remedios. Estudió en
la UBA y, apenas recibida, trabajó dos años en el Instituto Nacional de
Microbiología Malbrán. Hoy, con 63 años, ya jubilida y sin presiones,
se dedica a desarrollar las cosas que le interesan en un pequeño
laboratorio del barrio de Pompeya al que llama "mi sala de juegos".
Celia encuentra una relación muy estrecha entre la ciencia y el arte, a
través del modo de vivir y crear de estas profesiones: "Cuando el
artista, como el científico, se entusiasma con un tema termina siendo
una obsesión. Los dos tienen curiosidades y tratan de lograr objetivos
y de expresarse de alguna manera. Creo que ésta es mi manera de
expresarme". Cuando esa expresión se concreta en el producto o el
desarrollo que tanto se anhela, "se siente una enorme satisfacción pero
no por lograrlo sino porque la gent te diga "yo tuve cinco años una
úlcera varicosa y no se curaba y usé la membrana durante un mes y
empiezo a ver ya que los resultados se producen". En ese punto, dice,
se convence de que todos los esfuerzos fueron válidos. Por eso se enoja
cuando piensa que "hoy se desarrollan muy pocas cosas en beneficio de
la humanidad, todos se hace en el área de las telecomunicaciones".
Desmitificando la idea del cintífico encerrado en su laboratorio, Celia
se llena de bronca cuando piensa en cuestiones muy concretas. Como, por
ejemplo, que "las posihilidades que da el Ministerio de Economía para
la Pymes son muy reducidas, las leyes siempre están por salir, dicen
que cuando lo vote el Congreso, pero en realidad no le dan importancia
a la industria nacional". Esto la afecta directamente porque las
posibilidades de vender su producto en Europa -donde ya tiene pedidos
hechos- se reducen a cero porque el Mercado Común Europeo tiene ciertas
exigencias que el laboratorio no tiene posibilidades económicas de
afrontar. Además, le molesta el hecho de que los hospitales públicos no
puedan usar la membrana "porque no tienen recursos, a pesar de que es
económica".
"No me importan los enemigos, el que no tiene amigos no tiene enemigos", anuncia después de haber descargado sus furias.
Prende un cigarrillo, toma café, habla y habla con esa voz áspera,
apurada, movediza, tal vez pensando en los próximos pasos. En las
horas, las tardes y los días que pasará estudiando, trabajando e
intentando desarrollar ese otro producto tan necesario para ella, para
hacerla feliz, y para contrarrestar el dolor de la humanidad: "El dolor
me parece algo muy perverso, entonces me parece muy estupendo hacer
algo para evitárselo a alguien". Todo en ese pequeño laboratorio de
Pompeya, su sala de juegos.
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Jorge Omar Charras
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