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Inventos Argentinos
En este Blog les hago llegar una recopilación con datos de los mejores inventos Argentinos de toda la historia que va desde el mate,el Tango, etc.

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09 de Agosto, 2010 · General
Inventos Argentinos.



1810 Miguel Colombise Control de navegación para aeróstatos.



1813 Fray Luis Beltrán Herramientas metalúrgicas, arneses y batanes, para el ejército de los Andes.

La figura de Fray Luis Beltrán se destaca con relieves propios, porque daba a su palabra la voz de los cañones, y fue el artesano múltiple de la independencia de América. Su destino siguió la periferia de los grandes hombres: fue humilde en sus comienzos, magnifico en el apogeo de su genio, cuando era el Dios Vulcano de la Patria, pero injusto y triste, cuando ya nadie precisó de él, para asegurar el éxito de las batallas.

Hubo un tiempo en que se discutió la cuna de su nacimiento, alegando que Beltrán era sanjuanino, pero probado está que El, nació en la ciudad de Mendoza, el día 8 de setiembre de 1784, siendo sus padres el francés Luis Beltrán y la dama sanjuanina Micaela Bustos.


Pasó sus primeros años en el viejo convento de San Francisco, de la capital de cuyo, hasta que el visitador de esa Orden lo llevó al Convento de Chile, para terminar sus estudios y ordenarse de sacerdote.


Aquel muchacho mendocino, era de constitución vigorosa, porte marcial y simpático, y muy pronto llamó la atención de todos, por su clara inteligencia y las predisposiciones que evidenció para las matemáticas, la música, la mecánica y para toda clase de oficios, tales como: relojero, carpintero, herrero, pirotécnico, dibujante, artillero, cordonero, físico, químico, bordador y médico, todo lo que sabia lo había aprendido por lecturas, observación y práctica. Tenía extraordinarias condiciones para aprender, como puede verse.


El humilde Capellán, penetró un día en los talleres de la Maestranza de O'Higgins y observando las formas rudimentarias con que se trabajaba, reveló su genio, impartiendo consejos y haciendo observaciones a los mismos ingenieros, que fueron los primeros en reconocer su capacidad excepcional recomendándolo al general O'Higgins, quien lo nombra Teniente y lo pone al frente de su Maestranza, pero poco tiempo después, es derrotado el patriota chileno en la batalla de Rancagua y se ve obligado a cruzar la cordillera con cerca de mil prófugos, que hallaron seguro refugio en Mendoza, donde era por ese entonces, Gobernador, el Gral. San Martín. Entre ellos venía también Beltrán.


Vienen luego los aprestos del Ejército de Los Andes y cuando San Martín instala su fábrica de armas, el mismo O'Higgins es quien le recomienda que la dirija el fraile franciscano, Luis Beltrán, que después de llegar a su ciudad nativa, como prófugo de Rancagua, vuelve al convento de su infancia, vistiendo nuevamente los hábitos.



1891
Juan Vucetich Sistema Dactiloscópico para la identificación de las personas.



 

Criminalista, creador del Sistema Dactiloscópico Argentino Juan Vucetich: Creó el más perfecto sistema de clasificación de los dibujos digitales. Estos fueron descubiertos ya hace siglos y se sabía también que no existen dos individuos que tengan dibujos similares en las yemas de los dedos, pero nadie, hasta Vucetich, había logrado implementar un sistema universalmente reconocido para la individualización de personas.

Proviene de las ciencias médicas el conocimiento de las estrías papilares (continuidad de prominencias) de las yemas de los dedos que, al tocar cualquier otro cuerpo liso, quedan retratadas fielmente por medio de la transpiración. Desde tiempos muy remotos se suceden estudios, más allá de los biológicos, acerca de la posibilidad de que estos dibujos puedan, o no, ser iguales a los de otras personas y sobre la probabilidad de su herencia entre otros aspectos. Uno de los investigadores dedicados a esta tarea fue el anatomista europeo Juan Evangelista Purkinje, que profundizó en la descripción y clasificación de los dibujos dactilares en 1823.

Luego, Henry Faulds actualizó la investigación al comprobar que los dibujos dactilares permanecen sin cambios durante toda la vida y mencionó la idea de su utilización para catalogar a las personas. Así, en 1877, Williams James Herschel, actuando como funcionario de la corona inglesa, empleó la impresión de los dibujos estriados de los dedos de la mano para autenticar la firma de documentos y propuso ese método para individualizar a los detenidos en las cárceles, que él mismo llevó a la práctica, pero sin clasificar nunca los dibujos obtenidos. Once años después, el inglés Francis Galton proyectó una clasificación y división de los dibujos, pero dejó sus estudios inconclusos, pues si bien anunció que las impresiones digitales podían ser ordenadas al estilo de un diccionario, no determinó el método que se emplearía para ello; sin embargo afirmó que eran un medio seguro para identificar a las personas, puesto que los dibujos eran inalterables y distintos en cada individuo.

En la década de 1890-1900, las publicaciones relacionadas a estos temas ya estaban ligadas expresamente a la identificación de personas.

Juan Vucetich nació en 1858, en lo que hoy es Croacia y emigró hacia la Argentina, a los 24 años. En 1888, ingresó en la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Hasta entonces, la técnica utilizada para la individualización de las personas era el método antropométrico, ideado por el francés Bertillión. El "Bertillonage" (deficiente e inseguro), basado en las medidas de ciertas partes del cuerpo humano y las particularidades fisonómicas, era utilizado como instrumento de las investigaciones por la policía de Francia desde 1882. La policía argentina consideró necesario instalar una oficina que se ocupara de las funciones relacionadas con la identificación de las personas. Entonces se comisionó al doctor Augusto P. Drago para estudiar el método en el gabinete establecido por el propio Bertillión y tras su informe la Policía de la Ciudad de Buenos Aires creó una dependencia dedicada a la identificación antropométrica.

Sin embargo, fue en el ámbito de la Policía de la Provincia de Buenos Aires donde se produjo la gran revolución en lo referente a la identificación de las personas, ya que al mismo tiempo que Drago establecía la identificación antropométrica en Buenos Aires, Vucetich se ocupaba de investigar las huellas digitales, por solicitud de sus superiores, en La Plata.

El Capitán de Navío, Guillermo J. Núnez, Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, le encargó a Vucetich la organización de una Oficina de Identificación Antropométrica; le entregó una revista que contenía un estudio sobre las impresiones digitales y le sugirió que tal vez él podría instituir un sistema por medio de estos dibujos.

Aquella publicación era la Revieu Scientifique del 2 de mayo de 1891 y el artículo se refería a los trabajos que dejó truncos Francis Galton. Sabiendo que el método empleado hasta la fecha era el Bertillonage, Vucetich lo adoptó para instalar y organizar el Gabinete Técnico Policial que se le encargara. Pero al aproximarse al tema de las estrías papilares de los dedos, comenzó a dedicarse intensamente a su estudio. Hasta entonces no conocía absolutamente nada sobre impresiones digitales, pero aceptó la insinuación de su superior y se dedicó a la tarea de obtener impresiones digitales nítidas para hacer un análisis comparativo y buscar la manera de utilizarlas en el servicio de Identificación.

El intenso estudio que efectuó, tomando como base lo ideado por Francis Galton, lo llevó a corroborar las ideas de aquél, es decir que los dibujos papilares podían ser clasificados por grupos. Al mismo tiempo que dirigía la Oficina de Identificación Antropométrica, Vucetich acumuló gran cantidad de impresiones digitales. Y es así como a la par del Servicio Antropométrico, dio forma y organizó el servicio de identificación por medio de las impresiones digitales, en 1891. Además inventó los elementos necesarios para captar lo más perfectamente posible los dibujos dactilares de los dedos de ambas manos y puso en práctica todo cuanto fue necesario para sistematizar el método.

El nuevo procedimiento de reconocimiento, que llamó "Icnofalangometría" o "Método galtoneano", estaba compuesto por 101 tipos de huellas digitales que él mismo había clasificado sobre la base de incompleta taxonomía de Galton.

El 1º de setiembre de ese año, el método de Vucetich comenzó a aplicarse oficialmente para la individualización de las personas, con el registro de las huellas dactilares de 23 procesados.

Pero para llegar a su logro máximo, Vucetich debió trabajar unos años más. Después de intensas investigaciones llegó a establecer que en las figuras dactilares sólo son cuatro las formas fundamentales que se repiten insistentemente: había encontrado la clasificación fundamental y así creado el Sistema Dactiloscópico Argentino. A cada uno de estas cuatro conformaciones las llamó: A-1; I-2; E-3 y V-4 denominaciones que se adoptarían luego a nivel universal.

Los aciertos en la investigación policial, mediante el sencillo y eficiente método dactiloscópico de Vucetich, impulsaron al gobierno a generalizar el procedimiento de filiación: a principios de siglo se extendieron las primeras cédulas de identidad en nuestro país y el método argentino -muy superior científicamente a los usados hasta entonces- se difundió por todo el mundo como técnica identificatoria.

Cada vez que conseguía perfeccionar sus ideas y teorías, como consecuencia de sus investigaciones, Vucetich producía la consiguiente publicación, promoviendo así la continuidad de su obra. Sus trabajos experimentales se tradujeron en el libro Instrucciones Generales para el Sistema Antropométrico e Impresiones Digitales. Tres años después de iniciarse en la ciencia de la Dactiloscopía apareció, en 1894, Idea de la Identificación Antropométrica. Las impresiones digitales.

Cuando ya había conseguido reunir un importante cúmulo de material y había logrado que se conocieran los fundamentos del nuevo sistema identificador, sometió su descubrimiento a la crítica de los hombres de ciencia de toda Latinoamérica, en el Segundo Congreso Científico Latinoamericano, celebrado en Montevideo, en marzo de 1901. En las resoluciones de ese congreso se determinó invitar a todas las naciones del Continente Americano a adoptar las impresiones digitales como medio individualizador insuperable.

Vucetich concurrió luego al Segundo Congreso Médico de Buenos Aires, presentando allí su trabajo Dactiloscopía Comparada, que contenía los fundamentos de esta disciplina y sus relaciones con las ciencias biológicas y establecía comparaciones con los diversos sistemas individualizadores ideados por sus antecesores. Esta obra, de 1904, se considera la principal de Vucetich: recibió premios y menciones en todo el mundo y fue traducida a los principales idiomas, incluso el japonés.

Al celebrarse el Tercer Congreso Científico Latinoamericano, en agosto de 1905, Vucetich presentó su trabajo Evolución de la Dactiloscopía, en el cual respondía a la siguiente cuestión: "¿Cuál es el sistema preferible en materia de identificación de delincuentes reincidentes: el antropométrico de Bertillión o el dactiloscópico de Vucetich?" Las conclusiones aprobadas por el Congreso Científico fueron sumamente importantes. Hicieron notar la eficiencia del sistema dactiloscópico, al poner de manifiesto su economía, facilidad y rapidez operatoria. Destacaron, además, la inefabilidad que representaba, al estar comprobado que no existían dos personas con dibujos iguales en las yemas de los dedos.

En 1911, cuando una ley nacional ordenó el enrolamiento general de los ciudadanos, Vucetich fue nombrado Perito identificador y director del Registro Nacional de Identificación, que con algunas variantes, es hoy el Registro Nacional de las Personas.

Su labor, sin embargo, fue mucho más allá: realizó viajes de estudio a la India y China intentando develar el origen remoto de la identificación mediante las huellas digitales; asistió a congresos científicos y publicó numerosas obras sobre su método, que resultaron en la adopción universal de la dactiloscopía.

Vucetich murió en 1925. En el camino de sus logros tuvo que vencer toda clase de dificultades, que le opusieron instituciones y costumbres establecidas desde largo tiempo atrás. No obstante, supo lograr el reconocimiento de la comunidad científica internacional, con un triunfo de la investigación considerado entre los más importantes del siglo.



1914 Luis Agote Instrumentos para la transfusión sanguínea.



Luis Agote : Nació en Buenos Aires el 22 de setiembre de 1868.
Ingresó a la Facultad de Medicina en 1887 e inició su carrera hospitalaria como practicante honorario de vacuna (de carácter obligatorio), y luego continuó como practicante rentado, practicante menor y mayor en 1890 y 1892 respectivamente, en el hospital San Roque. En 1893 terminó como practicante mayor en el hospital de Clínicas. Simultáneamente fue designado en 1889 como director de Anatomía Descriptiva de la Facultad. Graduado en el año 1893, presentó su tesis de doctorado que versó sobre "Las Hepatitis Supuradas". Fue designado como secretario del Departamento Nacional de Higiene, y en 1895 fue nombrado director del Lazareto Martín García.

Investigador de raza, estudió el uso del suero "Behring" en el tratamiento de la difteria. Culminó su carrera como profesor de Clínica Médica en 1915.

Sus inquietudes políticas lo llevaron a ocupar el cargo de legislador en la Cámara de Diputados en 1910 y 1916; a su iniciativa se debe la ley Nº 8.206 que da lugar a la creación del Instituto Modelo de Clínica Médica del hospital Rawson, que luego en su homenaje llevaría su nombre. Presentó también en la Legislatura un proyecto de ley sobre el Patronato de Menores; y se deben a su iniciativa las siguientes leyes: de la Creación del Instituto de Clínica Médica en 1911; de la Anexión del Colegio Nacional de Buenos Aires a la Universidad; de la Fundación de la Universidad Nacional del Litoral; y de la Institución del Patronato Nacional de menores abandonados y delincuentes en 1919.

Fue director del Instituto Modelo de Clínica Médica del hospital Rawson, al que le imprimió un carácter dinámico donde sus colaboradores se esforzaban para producir trabajos científicos de experimentación y de clínica.

Un ejemplo, tal vez el más importante por lo que significó para nuestra escuela médica y cuyos beneficios excedieron la frontera de nuestro país para contribuir universalmente al beneficio de la humanidad, es el Método Agote para la transfusión de sangre.

Retirado de su Cátedra en el año 1929, el 12 de noviembre de 1954 falleció en Buenos Aires el honorable ciudadano Luis Agote.









1916 Raúl Pateras de Pescara Primer helicóptero eficiente en la historia de la aviación mundial.



1917 Quirino Cristiani Tecnología para producir dibujos animados, y filma el primer largometraje de dibujos animados en la historia del cine mundial.
Quirino Cristiani, un hombre de Avellaneda, realizó el primer largometraje de dibujos animados de la historia. Su obra fue El apóstol, una sátira sobre Hipólito Yrigoyen, que se proyectó en las mejores salas del país en la década del 20.
Cristiani filmaba en 35 mm y en blanco y negro. Usó la técnica del dibujo y el recorte: para no repetir su personaje, le iba sumando articulaciones. Todavía era cine mudo. Muchas de las ideas de Cristiani se tomaron años más tarde para crear la primera Escuela Municipal de Cine en Avellaneda.
Esta institución es la única en su tipo en Latinoamérica y comenzó a funcionar en 1982. Dicta una carrera de tres años —gratuita— y a pesar de que tiene 50 alumnos inscriptos, egresan generalmente unos 15.


1925 Vicente Almandos Almonacid Sistema de navegación nocturno para aviones, armamentos y guías para bombarderos.
Capitán Vicente Almandos Almonacid : Nace en San Miguel de Anguinán (Chilecito) en 1883, fallece en Buenos Aires en 1953. Su nombre está inscripto en el arco del triunfo de París, en homenaje a un aviador que tuvo destacada actuación en la guerra aérea de la Primera Guerra Mundial. Su amor a Francia, a la aviación y a la aventura, lo llevó al país galo a aprender más de su pasión, de dramáticos momentos luchando por una causa que creía justa. Por eso, Francia le dió esos galones militares, sus máximas condecoraciones y lo reconoció como el hijo del corazón. En Argentina, a partir de su regreso en 1919 inició una serie de empresas aeronáuticas que llevaron a la aviación a los más lejanos lugares. Emprendedor, arriesgado siempre, fue un original e inventivo riojano que mostró inteligencia, dedicación y amor por su patria natal y su patria de adopción. El aeropuerto nacional de La Rioja lleva su nombre. Modesto homenaje a quién tanto hizo por su patria y por su libertad.



1928 Ángel Di Césare y Alejandro Castelvi El colectivo.



1929 Francisco Avolio Primer amortiguador hidroneumático del mundo.



1930 Enrique Finochietto Instrumental quirúrgico, aún en uso en todo el mundo, como el famoso “separador intercostal a cremallera”.Enrique Finochietto: A comienzo de año, terminó sus días en esta ciudad donde naciera, el Profesor Enrique Finochietto. Su pérdida, constituyó un duelo público por la resonancia del dolor en país entero; de sus exequias participaron todas las instituciones médicas. Presididas por Academia Nacional de medicina, y el Congreso le rindió el homenaje de la Nación.
Si no podría decirse que el insigne maestro fuera toda la cirugía, es lo cierto que se mostró como uno de los cirujanos más extraordinarios que se hayan conocido, sino el más hábil, a cuyo ejemplo y por cuya influencia y orientación, pudo formarse la escuela quirúrgica que más ha contribuído en el Continente al perfeccionamiento de tal disciplina. Continuaba la serie de los grandes maestros dueños de un dominio absoluto del arte, máxime que inventó múltiples instrumentos v aparatos que habrían de facilitar para todos, las intervenciones más inextricables o de existencia experimental.
Médico siempre, pues desde la niñez se le hizo sensible la vocación hipocrática, sintió y muy pronto como un deber imperioso el deseo de reducir el dolor cruento o moral de la fractura y de la deformación, lo que explica su temprana dedicación a la traumatología y ortopedia, actividades en las cuales fue un verdadero precursor de los actuales procedimientos de tracción.
Hombre de acción, no podía satisfacerse con la posible solución que traerán los días, pues ésta ha de ser inmediata, concreta y terminante; por eso, tras la cirugía reparadora. Atenta sobre todo al mecanismo físico, verá la cirugía fisiológica que luego del órgano reconstituido o reemplazado, asegura la función renovada o sustituida; quiere más, que un arte quirúrgico la terapéutica quirúrgica.
Si debía conocer y practicar todo lo que la cirugía alcanzara en su hora como actividad individual, advirtió la necesidad de crear el Servicio como organización de conjunto, para transformar las salas hospitalarias en clínicas quirúrgicas con todos los elementos coadyuvantes y donde, desde el local en su ordenación arquitectónica, a los métodos de observación y procedimientos operatorios todo lo que de algún modo contribuye al acto quirúrgico está regulado, orientado y presidido por un criterio matemático donde la inteligencia y la voluntad no son más que elementos de síntesis y ejecución.
Hijo de un siglo eminentemente técnico, sabe que toda operación requiere un método preciso, con procedimientos e instrumentos adecuados, excluyentes de toda dificultad, pero absolutamente necesitados de un conocimiento perfecto. La técnica es una ciencia; puede presentar dificultades para conocerla y dominarla, pero, dominada, su ejecución carece de inconvenientes, aunque exija ciertas cualidades; precisa y terminante, es técnica, científica, por lo tanto matemática: a hechos análogos, procedimientos y resultados análogos, salvo las diferencias referidas a contingencias de orden orgánico y fisiopatológico, no siempre imprevisibles gracias al criterio clínico o por los elementos de comprobación diagnóstica. Por eso construyó el quirófano modelo, de trabajo y demostración didáctica; la mesa eléctrica de operaciones, que da el máximo de posiciones para las diversas cirugías y permite multitud de intervenciones con todos sus tiempos sin remoción de pacientes; la mesa ortopédica que debía dar modelo para todo lo que se hiciera luego; y docenas de instrumentos o aparatos incomparables, como el separador de cremallera, cuyo modelo minúsculo corrió en el Congreso Americano de Cirugía torácica de 1947; aparatos o instrumentos cuya practicidad los ha difundido como elementos insustituibles de trabajo y, muchos, incorporados como de autor anónimo al instrumental del país y de famosos centros quirúrgicos extranjeros. Así se explica que, en el catálogo de una célebre fábrica de instrumentos de Stokolmo, una magnífica ilustración muestra operando un cirujano provisto de la luz frontal de Enrique Finochietto. Era el inventor del genio, no sólo por la calidad de sus creaciones sino también por el número, de ellas, y con relación al pequeño número de inventos que existen y considerando todo lo que se conoce; facultad de invención que fomentará y desarrollará entre los demás con admirable resultado. Por eso pudo fundar una escuela de técnica quirúrgica, cuya expresión es esta obra, que iniciara con todo el entusiasmo de su gran espíritu.
Sabía que era una empresa única por la absoluta autenticidad del material, por la responsabilidad de las indicaciones, por la precisión y claridad de todos los detalles, por la originalidad y cantidad de las ilustraciones, obra donde va toda la cirugía probada, aun la más reciente. Quería para el libro esa sobria unidad de fondo y forma que mantuvo en todo lo que escribió, como lo acredita "El resentimiento" de Eduardo Wilde, páginas de admirable intención psicológica con las que rehabilitó para siempre -antes que nadie y como ninguno- la memoria del ilustre creador de la frenicotomía.
Su íntimo afán era ver el término de Técnica Quirúrgica - lo que no fue posible, pero estaba seguro de que faltando él, su hermano, el Profesor Ricardo Finochietto, haría el trabajo de ambos. Para eso le deja su biblioteca -acaso una de las mejores en el género. Bien sabía que contaba con su alter ego, único e insustituible, ese organizador de las Sesiones quirúrgicas para Graduados, donde alcanza toda su realización práctica la Escuela Finochietto y en donde se le veía, precediendo una institución que se honra ya con gran número de jóvenes maestros y con centenares de distinguidos cirujanos que prueban a lo largo del Continente la eficacia de una enseñanza famosa.
Podría decirse que si tuvo verdadera admiración por los grandes maestros de la época, a los que visitara en sus viajes y de quienes recibiera las más altas consideraciones, se hizo al margen de toda escuela, para iniciar la propia, gracias no sólo a su ingénita virtualidad quirúrgica sino a un robusto talento cuyo singular poder de análisis y creación, le permitió realizar, además de lo suyo, con sentido eclético muy nuestro, cuanto hizo, concibió o imaginó la mejor cirugía contemporánea. Lo había visto todo, con penetración singular, interesándose por las más diversas manifestaciones del espíritu, artista como era, aunque hubiera puesto sus más esenciales condiciones al servicio de la dedicación máxima.
Durante la primera guerra mundial, fué el Jefe de Cirugía del Hospital Argentino en París, y aunque pudo disponer de las más altas distinciones médicas, argentinas y del extranjero, sólo usó de un título sobremanera caro a su corazón, el único que rubrica el nombre de los autores de Técnica Quirúrgica: Cirujanos del Hospital Rawson.
Practicaba la moral del bien con ferviente deber cristiano. Y con perfecta sencillez, tanto sería difícil hallar, no sólo quien sirviera más al prójimo, sino quien diera más del peculio propio para beneficio de lo que aprovechaba a todos. Hasta en su última hora no dejó de ser, y como siempre, el hombre dignísimo que todos conocieron, personificación de la prudencia, de gesto sobrio, minucioso y estricto, con indicación precisa y observación sagaz, cuya fina inteligencia velaba en vigilia constante. Dijérase un antiguo estoico: la mirada inmóvil, vuelta hacia el espíritu, tocábase de una tristeza infinita, aunque una suave sonrisa parecía querer consolar de toda preocupación. Dió ejemplo de maestro hasta en el morir: lo hizo con total serenidad, soportando bajo cierta placidez los más crueles dolores. Se fué en plena madurez, en plena labor, sin conocer eclipses ni senectudes: cuando entornó sus párpados, aún no se habían enfriado las herramientas que empuñara hasta la víspera, silencioso obrero del deber cuyo único descanso estuvo en la satisfacción de la jornada bien cumplida.
La obra que inició, será continuada por sus discípulos; pero, en perenne homenaje, su nombre seguirá presidiendo Técnica Quirúrgica.



1932 Antonio Saralegui Desarrolla los conceptos teóricos y la tecnología de la “fotoescultura”.



1944 Ladislao José Biro El bolígrafo.
Ladislao Biro es sin lugar a dudas el inventor argentino más importante de nuestra historia, el paradigma del "inventor profesional" comprometido con su rol social a favor del progreso de la humanidad.

Ladislao Biro fue un explorador de lo desconocido, con la curiosidad insaciable de un niño, la visión de un artista, el juicio crítico de un buen juez, y la voluntad de un guerrero

Entre sus múltiples y variados inventos sobresale, sin lugar a duda, la tradicional "birome". Un producto totalmente palpable, de uso diario y masivo a nivel mundial. También por el hecho de haber sido su patentamiento y lanzamiento comercial desde la Argentina, como prueba que en este país se pueden realizar emprendimientos innovativos.

Otra razón muy importante es el carácter y las diferentes virtudes que muestra este hombre, características fundamentales para este tipo de logros tales como la humildad, la constancia y la idea de que las cosas deben compartirse.

"El no aceptaba los problemas como una fatalidad. Decía 'si hay un problema, debe haber una solución', y la buscaba desde un punto cero", esta frase mencionada por su hija, Mariana, describe la personalidad de quien en vida fue su padre.

Es de resaltar también que en muchos de sus inventos ni siquiera era especialista, simplemente miraba las posibilidades desde un marco más amplio y guiado muchas veces por el sentido común.

En ultima instancia es de destacar lo polifacético que ha resultado este inventor, ya que en total ha logrado 32 invenciones, en los más variados rubros, quizás como reflejo de las múltiples actividades que realizó en vida, tales como periodista, hipnotizador, corredor de autos, agente de bolsa, escultor etc.

Es por ello, que el día de su nacimiento, el 29 de Septiembre, se festeja en la Argentina, el "Día del Inventor", en homenaje a su talento y a su amor por su país de adopción.

La existencia de una fundación que lleva su nombre, dedicada a la invención y de una escuela dirigida por su hija Mariana de educación primaria y secundaria con énfasis en la capacidad de inventiva del ser humano, terminó por decidirnos por este emblemático y carismático personaje.

El 29 de septiembre de 1899, en el seno de una familia de clase media conformada por su padre Matías su madre y su hermano Jorge, nace Ladislao José Biro (o Biró, según la grafía húngara, aunque no se pronuncia acentuado).

El médico que lo trajo al mundo en Budapest, Hungría, dijo a su madre (cuyo nombre era Juana Ullmann) que sus posibilidades de vida no eran muchas dado su escasísimo peso de poco más de 1 kilogramo.

Sin embargo, ella se dispuso a darle batalla a la adversidad: puso a su hijo bajo una lámpara pensando que el calor podría completar artificialmente su desarrollo. No sólo resultó eficaz, sino que anticipó la aparición de la incubadora.

En forma simultánea, por esos misteriosos vínculos entre madre e hijo, la mujer imprimió al suyo la tendencia a "buscar y hallar algo", que es la definición etimológica del verbo inventar.

Su niñes la vivió junto a su hermano Jorge, quien era dos años mayor que él, hasta que a mediados de 1914, con tan solo 16 años de edad, participa como soldado en la primera guerra mundial.

Su formación fue en la escuela primaria y después el gimnasio, que es como aquí la escuela secundaria, con una orientación hacia las ciencias biológicas, la filosofía y el latín; esto era común en Europa. Una vez concluido el gimnasio realizó el primer año en la carrera de medicina, pero luego abandonó debido a un accidente. Ese accidente provocó que Ladislao fuese el primero que empezó, en Hungría, a ocuparse de todo lo relacionado con el hipnotismo. Trabajó con hipnotismo en una clínica de Budapest, y dicto varias conferencias dedicadas a los médicos. A partir de entonces fue muy solicitado por los médicos para que colaborara con las técnicas de hipnotismo, para lograr efectos analgésicos. En esa época ganaba tanto dinero con el hipnotismo, que francamente perdió todo interés por seguir estudiando anatomía humana, y decidió abandonar sus estudios. Sus ingresos eran tan considerables que hasta tenía un coche con caballos para dirigirse a todas partes.

Ese fue el fin de sus estudios formales, y desde ese momento comenzó a ocuparme de diferentes cosas, como la grafología y el hipnotismo en la medicina. Fue despachante de aduana, vendedor y corredor de automóviles, agente de bolsa e inventor. Por ese entonces, el 2 de Noviembre de 1930, contrajo matrimonio con Elsa Isabel Schick. Ese mismo año inventó una máquina para lavar ropa, que pudo ser fabricada en serie, y por la cuál recibió las regalías correspondientes. Pero su primer invento fue una lapicera a fuente, que debía llenarse con agua, y que cubría a una composición sólida de anilinas, que se van disolviendo parcialmente a medida que corre el agua. Este invento lo había realizado algunos años antes (en 1928) inspirado en los trabajos que había realizado su padre, sin mayor éxito, con un instrumento para escribir a mitad de camino entre las lapiceras convencionales y lo que, con el correr de los años, llegaría a ser el bolígrafo.

El 16 de Abril de 1932 nace su única hija, a quien llamarían Mariana.

A los 33 años ya había inventado la caja automática para automóviles, totalmente mecánica. Este invento lo pudo realizar gracias a un amigo gitano que era un excelente mecánico, y juntos llevaron a la práctica lo que Biro había concebido sobre un papel.

La patente de la caja automática pudo venderla a los representantes de la General Motors en Berlín: En esta transacción cometió algunos errores debido a su falta de experiencia en el tema. Tuvo que viajar a Berlín en una motocicleta donde estaba montada la caja automática, gracias a una invitación de las autoridades de la General Motors para realizar una demostración. Finalmente compraron los derechos con el siguiente detalle: recibiría un adelanto de U$S 500 y una mensualidad de U$S 500 durante cinco años y después una participación en la producción. Pero cuando firmaron en convenio en Berlín, le dijeron que no tenían la intención de fabricar la caja automática mecánica porque ellos ya trabajaban con una caja hidráulica desde hacía ya muchos años, y pensaban continuar con ella. Simplemente habían comprado su invento para que no lo comprara la competencia.

En el año 1938; ya había patentatentado un modelo rudimentario del bolígrafo en su país, en Francia y Suiza. Ese mismo año, ya se encontraba trabajando como reportero de un periódico húngaro, en Yugoslavia; en determinado momento escribió una nota sobre un escritorio de la entrada del hotel dónde estaba hospedado, con un primitivo modelo de bolígrafo que a veces funcionaba y otras veces no. La nota era un borrador que debía enviar a Hungría y a su lado se encontraba un hombre bajito con anteojos y acompañado por una chica muy linda. Luego de enviar el telegrama, cuando subió para ir a su habitación, lo llamó el conserje del hotel y le dijo: "ese señor que estaba a su lado es un ingeniero y lo ha visto a usted que escribe con un instrumento que el no conoce ¿Usted, tendría inconveniente en recibirlo para mantener una conversación?" . Ladislao le respondió que no tenía ningún inconveniente y convino una entrevista.

Entonces ese señor le preguntó quién era y a que se dedicaba; a lo que él le respondió que era un periodista húngaro, que estaba trabajando eventualmente en Yugoslavia y que además era inventor. Luego le preguntó: "¿Por qué no viene a trabajar a la Argentina?" .

Entonces, el misterioso hombre, le comento que había estado observando detenidamente el instrumento, para el desconocido, con el que escribió la nota y que pensaba que en Argentina no iba a tener ningún tipo de problemas si se decidía a viajar a aquel país, para trabajar en la producción de ese tipo de bolígrafo. Entonces el joven inventor le respondió que en el centro de Europa, no le otorgaban la visa para la residencia en la Argentina. Ante este planteo, el ingeniero, le entregó una tarjeta personal firmada, y le aseguro que con esta no iba a tener problemas para recibir la visa en el consulado de Argentina en Yugoslavia o en Francia. Al observar la tarjeta, Ladislao Biro, pudo leer en la misma la siguiente inscripción: "Agustín P. Justo, presidente". Por lo que guardó bien esa tarjeta por si algún día podría llegar a necesitarla.

Luego de su estadía en Yugoslavia, se dirigió a Francia; debido a que un amigo le había brindado los datos de un financista también húngaro que residía en París, y que se dedicaba a los negocios de importación y exportación. Luego de un azaroso viaje en tren, llego a París y se traslado de inmediato a la dirección que debía buscar. Así fue como conoció a Juan Jorge Meyne, con quién desarrollaría una profunda amistad, y con quién se asociaría para la producción del bolígrafo.

En París trabajó como periodista y pintor, pero posteriormente, gracias a algunos contactos importantes con el gobierno francés, el cuál ya sabía que era inventor, comenzó a trabajar en los laboratorios del servicio secreto de las fuerzas armadas. En ese laboratorio se dedico al desarrollo de productos químicos, por lo que pudo realizar grandes progresos, pese a lo accidentado y peligroso de los experimentos. Trabajó durante mucho tiempo en un producto incendiario que posteriormente desarrollarían los americanos. Desafortunadamente, debido a la caída de Francia tuvo que abandonar las investigaciones.

Cuando los alemanes invadieron Francia, en ningún momento dudó en venir a la Argentina, y buscó la tarjeta del presidente Justo. Del país solo sabía que había pampa, que estaba muy lejos, que se bailaba tango, y que había gauchos……..

Viajó; junto a Meyne, su esposa y su hija Mariana; en un barco español llamado Sevilla y luego de 21 días de viaje, llega a Buenos Aires, a mediados del mes de mayo de 1940.

Al poco tiempo, Ladislao, adoptó la ciudadanía argentina y formó la Compañía Biro-Meyne-Biro junto con su hermano y Juan Jorge Meyne.

A partir de 1941 comienza a realizar numerosos experimentos para perfeccionar el bolígrafo, ya que el mismo no tuvo gran éxito al principio por tener imperfecciones en la tinta y por estar mal fabricado.

En 1942 logra conseguir apoyo financiero de Luis Lang y Herry Martin, pero a fines de 1943 sucedería un hecho que pondría a prueba la fuerza de voluntad no solo de Biro sino también de todas las personas que trabajaban en la empresa; Dejemos que el propio Ladislao nos cuente esta historia:

"Treinta y una personas formaban parte de la empresa. Las llamé y les dije: "los financistas no dan más dinero, tengo que cerrar". Yo sé muy bien que ustedes viven de su sueldo, tienen obligaciones y familia y, en consecuencia no pueden trabajar solo por mis promesas de que, eventualmente tendremos éxito en el mercado en unos 4 o 5 meses, recién entonces voy a poder pagarles retroactivamente. Pero seguro no es. Quien en esas condiciones pueda seguir trabajando conmigo, anote su nombre en el papel, y quién no pueda, por razones comprensibles, no lo haga; de todas maneras quedaremos como buenos amigos. Luego de esa conversación salí de la sala de reuniones y a los pocos minutos me llamaron de la misma sala y me dijeron: Biro vuelva, todos vamos a seguir trabajando. Finalmente las 31 personas continuaron trabajando durante las cuatro semanas con total inseguridad, pero afortunadamente pude perfeccionar el sistema de producción del bolígrafo y así salimos al mercado con un gran éxito.

Ha sido una suerte para mí haberle podido pagado a esos empleados.

Perfeccionar el bolígrafo me llevó seis años de intenso trabajo, producto que ahora parece algo fácil, pero hacer la idea de un producto comercializable requirió muchos esfuerzos. Hoy se lo fabrica a un costo de unidad inferior a lo que cuesta un boleto de colectivo. Para lograr lo que hoy puede conseguirse en cualquier quiosco, debí construir máquinas especiales para poder engarzar a las bolillas de acero, en un dispositivo especial sin freno, la tinta también resultó un gran problema. Mi hermano, que era químico, trabajó mucho en la búsqueda de una solución, al igual que muchos otros profesionales, pero como no se hacían grandes progresos, debí encarar personalmente el problema hasta que pude solucionarlo."

En 1944, Biro vendió la patente norteamericana a Eversharp-Faber por dos millones de dólares, y, en Europa, a Marcel Bich (fabricante de los bolígrafos Bic).

A partir de 1946 preside varias sociedades y compañías, y además logra hacer viajar a numerosas familias desde Ungiría para que se radiquen en nuestro país.

En 1981 comienza a trabajar en lo que sería su último invento, el cual lamentablemente no pudo concluir, el enriquecimiento del uranio. Sobre este tema Biro tenía una visión muy particular; "Yo leí un artículo en el cuál se hablaba de cómo enriquecer el uranio en los EEUU y en Rusia, mediante supercentrífugas, con un rotor que está suspendido en un campo magnético y que giran a gran velocidad para provocar la separación isotópica en el gas "Hezafloruro de uranio". En estos países se dedican grandes esfuerzos para mejorar el sistema y hacerlo más económico. Cuándo leí este artículo, y es característico en todos mis inventos, yo pense "por qué hacen todo tan complicado, no comprendo para que usan centrífugas el gas ¿no puede girar sin centrífugas? Si hacemos girar el gas, en vez de los recipientes, la fuerza de la centrífuga es la misma, para el gas resulta indiferente si gira en una centrífuga o no, en cualquier lugar se gira. Así empecé a trabajar en esto y ya tenemos resultados muy adelantados. Trabajo aquí en el laboratorio de mi casa, con dos técnicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica, y somos muy optimistas en cuanto al desarrollo futuro. Así es como nace un invento, leí un artículo y pensé ¿a esto, no se lo podría simplificar?. Sí, se lo `puede simplificar. Naturalmente cuando empecé, yo no conocía las reglas de la dinámica de los fluidos, entonces libremente empecé a pensar con simple lógica".

A los 86 años, José Ladislao Biro falleció el 24 de octubre de l985 en el Hospital Alemán de Buenos Aires.

La prensa nacional e internacional, recordó debidamente la labor de este brillante inventor, quién fuera ampliamente elogiado por las oficinas de Patentes de los EEUU y de varios países europeo. Biro había recibido también el reconocimiento de varias empresas estadounidenses por haber superado ampliamente con sus investigaciones la labor de gran número de sus científicos en temas relacionados con la química de resinas fenólicas, la micromecánica y la separación de isótopos.

Pese a ese reconocimiento y a reiteradas invitaciones para radicarse en los EEUU Ladislao José Biro permaneció fiel a su patria adoptiva.

Hasta el momento en que enfermó, seguía investigando con gran tesón, todo lo relacionado con su último invento, lamentablemente inconcluso "Una nueva tecnología para el enriquecimiento del uranio".

En sus últimos años, en el barrio de Belgrano, acostumbraba a aconsejar a los jóvenes que circunstancialmente hablaban con él: no dejen pasar la vida a su lado, sean conscientes del mayor placer que existe; la vida misma.



1953 José Fandi Secador de pisos de una sola pieza.
José Reimundo Fandi: Inventor profesional, nació el 25 de Diciembre del 1926 en Cruz Alta, San Miguel Del Tucumán, con amplia y destacada trayectoria como inventor, diseñador naval, proyectista industrial y asesor de empresas. Es además Vicepresidente y miembro fundador de la Asociación Argentina de Inventores. Posee más de cien patentes concedidas, lo que lo convierte en el inventor más prolífico de la Argentina.

Posee la experiencia de haber comercializado con éxito varios productos en el mercado, como el ampliamente difundido y reconocido “secador de pisos de una sola pieza”. Entre algunos de sus inventos más destacados pueden mencionarse: herramientas, sistemas constructivos, casas flotantes, envases, y diseños navales. Es reconocido por todos sus colegas como un verdadero “maestro inventor”, con un gran talento como dibujante, pintor, matricero, y racionalizador de productos y procesos industriales.



1956 Agustín Rela Sistema de refrigeración en base a materiales piezo-eléctricos, sin químicos y sin piezas móviles.



1968 Jorge Weber Tapa de rosca degollable.



1969 Domingo Liota Primer Transplante de corazón artificial.



1970 Eduardo Taurozzi Motor pendular de combustión interna.
Eduardo Taurozzi: Inventor profesional, nacido en Buenos Aires, con amplia y reconocida trayectoria como inventor y diseñador de motores de combustión interna. Es además miembro fundador de la Asociación Argentina de Inventores. Posee numerosas patentes de invención en la Argentina y en los principales países del mundo, y varios productos comercializados con éxito en el mercado.

Entre sus principales inventos se destacan: motor pendular, sin lubricación y con menos contaminación, sistemas motrices, compresores de aire, sistemas de frenos, herramientas, y sistemas de seguridad. Obtuvo los mayores premios tanto a nivel nacional como internacional en mérito a la excelencia de sus productos.

1977 - Fue elegido por la Cámara Junior de Buenos Aires, como el joven sobresaliente del año, por su precoz y exitosa carrera como inventor, en el área de los motores de combustión interna.

1990 - Medalla de oro en la Exposición Nacional de Inventos, Buenos Aires, Argentina, por sus múltiples logros en el área de la mecánica automotriz.

1993 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Pittsburg, USA, por su revolucionario motor pendular.



1970 Juan Bertagni Plano sonoro.




1971 René Favaloro By Pass.



1979 Francisco De Pedro Soporte fijo para marcapasos.



1983 Mario Dávila Semáforo para ciegos.



1989 Carlos Arcusín Jeringa autodescartable, y el capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas.
Carlos Arcusín: Inventor profesional, nacido el 11 de Julio del 1954 en Buenos Aries, con amplia y destacada trayectoria como inventor y empresario. Es además miembro fundador de la Asociación Argentina de Inventores. Posee numerosas patentes de invención tanto en la Argentina como en los principales países del mundo, y más de cincuenta productos en el mercado.

Obtuvo los mayores premios nacionales e internacionales en mérito a la excelencia de sus inventos y su éxito en el mercado. Entre los premios más importantes que ha recibido se destacan:

1992 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, por su “jeringa autodescartable”.


1992 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, por su “capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas”.

1992 - Medalla de oro de la OMPI, al mejor inventor de la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza.

1992 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Tokio, Japón, por su “capuchón de seguridad para agujas hipodérmicas” .

1993 - Diploma de Honor de la Academia Nacional de Medicina, Argentina.

1998 - Medalla de oro en el Premio Nacional a la Invención : “Ladislao José Biro”, por su “máquina para preparar hamburguesas sin humo y sin olor”.

1999 – Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, por su “máquina para preparar hamburguesas sin humo y sin olor”.


1994 Claudio Blotta Camilla automática para emergencias.
Claudio Blotta: Inventor profesional, nacido en Rosario, Provincia de Santa Fe, con amplia y destacada trayectoria como inventor y empresario. Es además el coordinador general de la Delegación Rosario de la Asociación Argentina de Inventores. Posee numerosas patentes de invención tanto en la Argentina como en los principales países del mundo, y más de diez productos comercializados con mucho éxito en el mercado.

Entre sus principales inventos se destacan: mejoras para motores fuera de borda, máquina cortadora de discos farináceos, productos gastronómicos, instrumentos de precisión, aparatos de gimnasia, compactadoras de residuos , equipos para la construcción, camilla automática para emergencias, y equipamiento hospitalario. Obtuvo los mayores premios nacionales e internacionales en mérito a la excelencia de sus productos. • 1997 - Medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza, por su revolucionaria camilla automática para emergencias.



1999 Celia Mohadeb Menbrana de colágeno para cicatrizar.
Celia Mohabed pasará a la historia consignada en la lista de inventores argentinos por haber desarrollado una membrana de colágeno que sustituye temporariamente la piel y acelera el tratamiento en quemaduras y lesiones cutáneas. Aunque la palabra invento parezca sacada de otra época y a ella no le agrade demasiado, así lo consigna un premio nacional y otro internacional, entregado por la Organización Mundial dc Propiedad Intelectual (OMPI). "Un invento pareciera indicar que se te prendió la lamparita y al otro día salió el producto, y no es así esto exigió mucho trabajo" dice, y lo demuestran los años de estudio que dedicó a lograr este desarrollo tecnológico y otros tantos años en los que lucho para alcanzar su patentamiento: nada mas lejos de la mítica imagen del científico loco que realiza descubrimientos con la celeridad con que una gallina pone un huevo. La bioquímica considera el trabajo científico más cercano a la obsesión del artista que a la inspiración del poeta (también bastante renombrada, por cierto), mas aún en el caso de las mujeres que, como dice "siempre tenemos trabas y tenemos que trabajar mas y mejor que el hombre para que se nos tenga en cuenta ".

Yo siempre repito esta frase: una córnea se puede sacar de una persona y ponérsela a otra:. Un hígado y un corazón también. Pero la piel es la de uno o es la de uno, dice Celia con una voz áspera y gruesa que perece modulada por años dc cigarrillos, y unos ojos verde esmeralda que hacen honor a su apellido, de origen árabe. Su obsesión, justamente; fue crear esa piel que pudiera ocupar el lugar de la que se daña por quemaduras por úlceras o escaras. Y como su mayor herencia no fue la que muestran sus ojos sino la del duro sacrificio, se lanzo a la carrera: "Yo nací en una época en que había que superarse, superarse, superarse -cuenta-. Mis padres no habían podido estudiar ,así que yo salía de la Cultural Inglesa e iba a la Francesa, porque había que saber dos idiomas mas aparte del castellano y el árabe....".Y durante toda su vida mantuvo ese ritmo.

Su "invento" comenzo hace 30 años, cuando trabajo por primera vez con el colágeno como empleada de un laboratorio. "A mi me gusto mucho la conducta de esta proteína, que es muy diferente a todas las otras y seguí trabajando en los ratos que podía", comenta. Hace 10 años logró darle forma final a Membracel y recién en el 97 consiguió el patentamiento, después de un tortuoso camino por probar que no había nada en el mundo con las mismas características.

Esta membrana esta compuesta básicamente por un gel de colágeno, que se extrae de piel bovina, y funciona como un parche que se coloca donde falta piel, mientras esta crece nuevamente. Su mayor logro es que; a diferencia de cualquier gasa o apósito, no tiene que cambiarse durante el proceso de curación –lo cual evita dolores "porque a una gasa que se pega en un quemado cuesta cambiarla significa dolor y a veces hasta hay que ir a el quirófano"- y acelera hasta un 50 por ciento el tiempo de cicatrización de una herida.

Por su creación, en 1998, recibió la medalla de oro y el Primer premio Nacional a la Invención "Ladislao José biro", otorgado por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INPI). Y en 1999, el OMPI le dio la medalla de oro como reconocimiento a la mejor invención presentada en la categoría química biotecnológica y alimentación. Pero igual o más satisfacción sintió al recibir el "reconocimiento a una actitud de vida" que da una fundación porteña formada exclusivamente por mujeres inspirada en la trayectoria de Alicia Morcau de Justo, porque, dice: "todos sabemos las diferencias que hay, sobre todo en los trabajos... la mujer tiene que ser mejor que el hombre para ser igual. Eso nos paso a todas, a las mujeres nos cuesta mucho mas"

CIENTÍFICA

Celia Mohadeb es bioquímica, pero nunca hizo análisis clínicos. Es Farmacéutica, pero jamás se dedicó a la venta de remedios. Estudió en la UBA y, apenas recibida, trabajó dos años en el Instituto Nacional de Microbiología Malbrán. Hoy, con 63 años, ya jubilida y sin presiones, se dedica a desarrollar las cosas que le interesan en un pequeño laboratorio del barrio de Pompeya al que llama "mi sala de juegos". Celia encuentra una relación muy estrecha entre la ciencia y el arte, a través del modo de vivir y crear de estas profesiones: "Cuando el artista, como el científico, se entusiasma con un tema termina siendo una obsesión. Los dos tienen curiosidades y tratan de lograr objetivos y de expresarse de alguna manera. Creo que ésta es mi manera de expresarme". Cuando esa expresión se concreta en el producto o el desarrollo que tanto se anhela, "se siente una enorme satisfacción pero no por lograrlo sino porque la gent te diga "yo tuve cinco años una úlcera varicosa y no se curaba y usé la membrana durante un mes y empiezo a ver ya que los resultados se producen". En ese punto, dice, se convence de que todos los esfuerzos fueron válidos. Por eso se enoja cuando piensa que "hoy se desarrollan muy pocas cosas en beneficio de la humanidad, todos se hace en el área de las telecomunicaciones". Desmitificando la idea del cintífico encerrado en su laboratorio, Celia se llena de bronca cuando piensa en cuestiones muy concretas. Como, por ejemplo, que "las posihilidades que da el Ministerio de Economía para la Pymes son muy reducidas, las leyes siempre están por salir, dicen que cuando lo vote el Congreso, pero en realidad no le dan importancia a la industria nacional". Esto la afecta directamente porque las posibilidades de vender su producto en Europa -donde ya tiene pedidos hechos- se reducen a cero porque el Mercado Común Europeo tiene ciertas exigencias que el laboratorio no tiene posibilidades económicas de afrontar. Además, le molesta el hecho de que los hospitales públicos no puedan usar la membrana "porque no tienen recursos, a pesar de que es económica".

"No me importan los enemigos, el que no tiene amigos no tiene enemigos", anuncia después de haber descargado sus furias.

Prende un cigarrillo, toma café, habla y habla con esa voz áspera, apurada, movediza, tal vez pensando en los próximos pasos. En las horas, las tardes y los días que pasará estudiando, trabajando e intentando desarrollar ese otro producto tan necesario para ella, para hacerla feliz, y para contrarrestar el dolor de la humanidad: "El dolor me parece algo muy perverso, entonces me parece muy estupendo hacer algo para evitárselo a alguien". Todo en ese pequeño laboratorio de Pompeya, su sala de juegos.



publicado por jocharras a las 11:27 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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Jorge Omar Charras

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